Parte II de la Crónica moderna de Cacalchén: "Comida y fiestas"
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| Vista de la calle lateral del mercado en su ajetreo diario (foto antes de la pandemia. Del facebook a quien corresponda). |
Un oasis para los hambrientos y un parque de diversiones para los golosos. Eso es el mercado de Cacalchén. El olor de la cochinita pibil y de las fritangas te dan la bienvenida y te ponen en aprietos a la hora de elegir entre una deliciosa torta o unos panuchos, pero en tu recorrido descubres que también hay relleno negro, mondongo, carnitas, carne al pastor y antojitos como empanadas, hot dogs, tortas de poc chuc, tamales y polcanes.
La oferta se diversifica con los postres y la comida de fiesta: sopa fría, sandwichón dulce y tradicional, tortas de pollo, espagueti, ensalada de verduras con sus respectivas galletas de soda y chilito jalapeño; pasteles de tres leches, galletas óreo, pay de queso, arroz con leche, queso napolitano, frappés, flanes, frutas en almíbar… la lista es extensa y el antojo grande.
Recados, yerbas de olor, frutas, verduras y jugos también son parte de lo que se puede encontrar de siete de la mañana en adelante. Pero no lo piense mucho, porque la comida se acaba rápido. Los domingos, después de la misa matutina en la iglesia de San Pedro y San Pablo, el mercado se llena todavía más y la oferta de platillos y postres es todavía más amplia y sabrosa.
Cacalchén también es famoso por sus buenas cocineras y panaderías.
El pan batido es muy solicitado en algunos expendios, que lo elaboran sobre todo los fines de semana. Es un pan firme, aromático a agua de azahar y esponjoso, perfecto para el desayuno, la cena o alguna reunión.
Pero es el pan de piedra el emblemático de Cacalchén, que debe su nombre a que es muy consistente, incluso algo duro, de forma alargada y fuerte sabor a anís. Difícilmente lo encontrará en la capital del estado o cadenas de panaderías.
Aunque más representativo de otros municipios, el pavo San Simón es uno de los platillos que suelen pedirse por encargo en algunas cocinas económicas, así como el pavo enterrado, relleno blanco y negro y otros guisados tradicionales, como la sopa de lima o el mondongo en sus dos versiones: kabik y a la andaluza.
No hay rincón en Cacalchén donde no haya buena comida, desde delicias del mar como ceviches y cocteles hasta platos de la cultura china o italiana, desde pollo agridulce y chop suey hasta pizza, que aunque no forman parte de la gastronomía yucateca tradicional, se han adaptado a nuestra cultura y ya son parte del menú de muchos hogares.
Durante la feria del pueblo las opciones se diversifican aún más con puestos de comida y antojitos en cada rincón, como churros, papas fritas, hot cakes, frappés y hasta cocteles, y platillos como poc-chuc, brochetas y carne al pastor.
Y qué decir de la chicharra, calientita y crujiente, chorreando sus sabores en papel de estraza. Especial o surtida, con buche o sin oreja, con castacán o cascarita, solo o en ensalada para las taquizas domingueras, la gente hace cola por este tronador manjar que no falta en las reuniones o festejos.
Los gremios son punto y aparte. Llegada la hora de cumplirle su promesa al santo, siéntase dichoso de ser invitado al festejo en algún patio trasero, entre ollas gigantes de relleno negro y tortillas a mano. Entre cerros de huesos, las cocineras deshebran unas tres decenas de pavos para alimentar a un batallón de creyentes que disfrutan su comida con la música de fondo de algún tecladista o grupo musical de corte popular.
Pero es el pan de piedra el emblemático de Cacalchén, que debe su nombre a que es muy consistente, incluso algo duro, de forma alargada y fuerte sabor a anís. Difícilmente lo encontrará en la capital del estado o cadenas de panaderías.
Aunque más representativo de otros municipios, el pavo San Simón es uno de los platillos que suelen pedirse por encargo en algunas cocinas económicas, así como el pavo enterrado, relleno blanco y negro y otros guisados tradicionales, como la sopa de lima o el mondongo en sus dos versiones: kabik y a la andaluza.
No hay rincón en Cacalchén donde no haya buena comida, desde delicias del mar como ceviches y cocteles hasta platos de la cultura china o italiana, desde pollo agridulce y chop suey hasta pizza, que aunque no forman parte de la gastronomía yucateca tradicional, se han adaptado a nuestra cultura y ya son parte del menú de muchos hogares.
Durante la feria del pueblo las opciones se diversifican aún más con puestos de comida y antojitos en cada rincón, como churros, papas fritas, hot cakes, frappés y hasta cocteles, y platillos como poc-chuc, brochetas y carne al pastor.
Y qué decir de la chicharra, calientita y crujiente, chorreando sus sabores en papel de estraza. Especial o surtida, con buche o sin oreja, con castacán o cascarita, solo o en ensalada para las taquizas domingueras, la gente hace cola por este tronador manjar que no falta en las reuniones o festejos.
Los gremios son punto y aparte. Llegada la hora de cumplirle su promesa al santo, siéntase dichoso de ser invitado al festejo en algún patio trasero, entre ollas gigantes de relleno negro y tortillas a mano. Entre cerros de huesos, las cocineras deshebran unas tres decenas de pavos para alimentar a un batallón de creyentes que disfrutan su comida con la música de fondo de algún tecladista o grupo musical de corte popular.
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| De la fiestas más populares y mejores es el "Carnaval" (foto del 2019 - facebook Ayuntamiento). |
Al igual que los gremios y las ferias, el Carnaval es otro evento en el que fiesta y gastronomía se unen.
A diferencia de los eventos anteriores, que reúnen lo religioso y lo no religioso, el Carnaval es cien por ciento pagano. La gente aprovecha para perder las inhibiciones y disfrutar del ambiente.
La mayoría de los habitantes del pueblo se disfraza, aunque son las comparsas las que lucen los modelos más elaborados e ingeniosos. Personajes de historietas, cómics, películas o leyendas bailan sin cesar pegajosos temas musicales. Hay piezas de ajedrez, dinosaurios, chabelos, arlequines, pedros Picapiedra, osos de peluche, rumberos de fantasía, muñecas, bebés, dinosaurios… lo que se le ocurra, bailando en círculos cada vez más apretados en la explanada del palacio municipal (ahora la cancha multiusos con domo), que sirve de escenario para las coreografías. La gente se amontona para verlos bailar toda la noche, antes de que el grupo estelar haga su aparición a la media noche y termine de tocar en la madrugada, cuando el cielo comienza a esclarecer.
Autoría de: Patricia Garma | entrega de febrero del 2021 | recomendado y enviado a redacción al equipo @Cacalchén por Iván N. Espadas Sosa, un colaborador de textos para nuestro blog ||
Cacalchén, Yucatán. Noviembre del 2021 - año de la llegada de la tercera ola a la 4ta del #Covid19 y sus variantes a nuestro México querido.
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